Fredric Jameson comenzó a hablar de “giro cultural”en 1996 [1], haciendo obvia analogía con el conocido “giro lingüístico”, existente en la filosofía desde comienzos del siglo XX. El pensador norteamericano, junto a distintos pensadores postmodernos, nos explica que el espacio de los símbolos se ha multiplicado enormemente, mientras que el de la materialidad del mundo no puede multiplicarse en igual proporción; sufre una fuerte “superabundancia” simbólica en relación con la materialidad directa. En definitiva, la multiplicación de lo mediático, internet incluido, aunque no se trate de un medio masivo en estricto sentido, ha modificado las coordenadas del comportamiento cotidiano y ha hecho posible que todo confluya para que la inmediatez concreta esté superpuesta con la “mediatez” de las informaciones y de las comunicaciones.

La cuetión es, ¿dónde vamos a ir a parar desde un punto de vista “antropocultural”? Pensemos que desde el homo sapiens el conocimiento se ha desarrollado siempre en el ámbito de un mundo inteligible. Un mundo que no es de ninguna manera el mundo sensible percibido por nuestros sentidos.

Entonces, ¿pueden los medios de comunicación masivos llegar a tener efectos pedagógicos o, por el contrario, ejercen una función de instrumento antropogenético que da forma a las consciencias?

Un fenómeno como Internet, que ciertamente puede ser tomado como una clave para interpretar muchos de los fenómenos sociales contemporáneos, se debería analizar en sus aspectos benéficos y sus contradicciones, sin maniqueísmo y/o fetichismo.
Es cierto que las posibilidades tecnológicas que tenemos a nuestro alcance nos llevan a ambicionar una extensa red de comunicaciones por todo el mundo que al mismo tiempo sirva para generalizar la posibilidad de que todos podamos disfrutar de los mismos productos.
Sin embargo, que esto signifique la aparición y propagación de una cultura global, aún está por verificar. Además, si pensamos que, todavía en este momento, hay gente en algunos países del tercer mundo que tiene el primer teléfono público de su comunidad a muchas horas de camino y que ni siquiera conoce el significado de la palabra Internet, debemos concluir que:
hay una clase de personas que tienen acceso a la información y que son usuarios de Internet, con todos los beneficios que conocemos;
hay otra clase de personas, que podríamos definir como analfabetos digitales, que quedan fuera del perfil de una ciudadanía informada, activa y competitiva.

El sociólogo francés Edgar Morin describe la situación actual del planeta en términos hologramáticos: no sólo cada parte de ella está cada vez más relación con el todo, sino que el mundo en su conjunto está cada vez más presente en cada una de sus partes.
El riesgo es que la cultura amenaza con convertirse en una estandarización y homogeneización de los cánones de los países industrializados occidentales, en lugar de ser un verdadero diálogo y encuentro entre diferentes tradiciones culturales.

 

NOTE

[1] Tal vez la aportación teórica por la que es más conocido para los lectores en lengua española sea su análisis marxista de la posmodernidad como «lógica cultural del capitalismo tardío», análisis que ha venido desarrollando en El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado (1991) y en otras obras suyas a partir de los años 80.

Cristiano Procentese (Napoli 1970) è docente di Filosofia e scienze sociali nelle Scuole secondarie di secondo grado della Provincia di Udine, membro del GIRCHE (Grup Internacional de Recerca “Cultura, Història i Estat”), nonché Dottorando di ricerca in Filosofia in cotutela con l’Università Ca’ Foscari di Venezia e l’Università di Barcellona.


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